¡Transmaternidad ya!

La ideología de género, por lo menos en su variante académica o teórica, siempre ha aspirado a “emancipar” la voluntad/el yo interior /la identidad profunda, de las cadenas de lo biológico. Se podría hablar de la contradicción que existe en enarbolar al mismo tiempo la bandera de la voluntad, que nos permite autodeterminarnos, y la de la identidad, que nos configura. Pero no es el momento.

El enemigo común, en todo caso, han sido siempre las fuerzas externas que limitaban la libertad individual. Por un lado, la sociedad y sus prejuicios, como el de asociar femineidad a maternidad, un cliché que soliviantaba a las primeras feministas. Por otro, el propio cuerpo: ¿por qué ha de determinar la biología si soy hombre o mujer?

Sin embargo, algunas noticias recuerdan que estas asociaciones están más enraizadas y tienen más fuerza de lo que parece, incluso para los partidarios de la ideología de género.

Hace unos días varios medios de comunicación informaban de que Shiloh, una de las tres hijas biológicas de Brad Pitt y Angelina Jolie, iba a empezar un tratamiento hormonal para que su cuerpo reflejara la masculinidad con la que siempre se había identificado. Luego resultó que la información era un bulo, aunque los padres sí han comentado en varias ocasiones que a la chica le gusta vestir ropa de chico, comportarse como un chico y que le llamen John.

No obstante, algunos comentaristas se habían apresurado a felicitar a la joven por su valentía, y a los padres por su honradez y tolerancia. Pero claro, después de haber oído hasta la saciedad que el aspecto físico no debe ser frontera para la identidad, uno no entiende por qué los ideólogos de género no condenan como un comportamiento reaccionario que Shiloh asociara lo masculino a llevar el pelo corto, vestir traje, jugar a juegos “de chicos” y llamarse John; y que incluso quisiera, como sugerían las informaciones falsas, parecer mujer, no solo sentirse tal ¿Nadie le ha explicado que la masculinidad es un concepto gaseoso, y que hay que desligarlo de la biología y de los tópicos impuestos por la sociedad machista?

Tampoco parecen haberlo entendido muchos transgénero: hombres que se sienten mujeres y que casi siempre, al menos los que salen en las portadas de las revistas, acaban por reflejarlo en su físico. Dentro de ellos, los que quieren ser madres resultan especialmente inquietantes para la ideología de género más ortodoxa. Hace unos días, un grupo de reputados médicos ingleses pidió que la seguridad social pague los trasplantes de útero para que puedan cumplir su sueño. Todos, decían, tenemos derecho a ser madres, independientemente de cómo nos sintamos.

Uno vuelve a quedarse perplejo: ¿es un avance en la causa LGTB el hecho de que unas mujeres consideren que su condición femenina es reforzada por la maternidad? ¿No era este un cliché machista y patriarcal? Y, por otro lado, ¿por qué en el caso de la maternidad hay que aguantar el yugo de la biología y parir físicamente? ¿Por qué no basta con sentirse madre?

Ideólogos de género: el enemigo está en casa. ¡Transmaternidad ya!